Podemos quedarnos totalmante prendados por alguien en el momento en el que vemos como mueve sus manos u observamos como camina; la belleza atrayente del movimiento es algo milagroso.
La fuerza que transmiten algunos cuerpos en funcionamiento, hace que muten las anatomías ante nuestros ojos cuando muestran los músculos en tensión o las extremidades alargándose en poses involuntarias y danzas voluntarias que se convierten en la obsesión de Alexander Yakovlev.